¿Qué tan vulnerables nos sentimos cuando exponemos sin filtro lo que nos pasa por la cabeza? Esta semana abrimos nuestro corazón, blanqueamos nuestros miedos, pelis y construcciones mentales para enriquecer el diálogo con otros.
Imagen Toy nostalgia
Brené Brown lo hizo de nuevo. Siempre lo hace. No en vano es cita recurrente de este espacio. Cerrando el mes donde descubrimos historias, las nuevas, las de siempre, las propias, las ajenas, rescatamos este recurso de nuestra oradora favorita para encarar conversaciones difíciles.
Brown describe una situación que tuvo con su marido hace un tiempo nadando en un lago en unas vacaciones de verano. Resulta que ambos dos, ex nadadores federados (se conocieron compitiendo), estaban muy temprano por la mañana nadando juntos en el medio del lago. Resulta que en el medio de la actividad, tiene una iluminación, un momentum, frena en el medio del agua y le dice al marido “me siento muy afortunada por poder compartir un momento así con vos, me siento súper conectada”. El marido frena un instante, le responde “el agua está bárbara” y sigue nadando.
Si no lo vieron, asumo se estarán crispando junto a la protagonista. O estarán perplejas. Ahí es cuando Brown empieza a elaborar teorías acerca de esta reacción: “está tan sobrepasado de amor hacia mí, que no puede pensar con claridad” y otras cosas medianamente absurdas, con lo cual vuelve a intentar conectar en medio de la situación nado con una frase muy similar. Y obtiene la misma respuesta.
Cuando salen del agua, vuelven a tierra ella, enceguecida del odio, le pregunta: “¿qué te está pasando? Estoy tratando de conectar y no dejás de alejarme”. El responde “no quiero tener esta conversación con vos ahora”. Ouch.
El climax de este desencuentro sucede cuando ella incorpora esta frase/concepto que nos trae hoy a este posteo: Brown le dice: “la historia que me estoy contando ahora es que pudieron haber pasado las siguientes cosas” y se despacha. No importa demasiado qué tenía exactamente en mente Brown, pero si les puedo reproducir que todo era relativo al rechazo, a que su pareja en el agua no la vio como era ella hace 25 años, que ella ya no era la misma para él, que él ya no la veía como antes.
Confieso que yo misma me hubiese hecho la misma película y me hubiese contado una historia muy similar a esta. Bancamos a Brené en su honestidad para poder compartir este momento de total vulnerabilidad ante una audiencia de alcance mundial, porque en distintos ámbitos de la vida ¿a quién no le ha pasado comerse una peli de este estilo?
Cuando mandamos un mensaje y no recibimos pronta respuesta flasheamos: falleció, he sido ghosteada o se le cayó el móvil a la piscina. Cuando deseamos mucho algo y no llega, nuestra mente construye relatos varios a lo “Elige tu propia aventura“: esto no es para mí, no me llega porque yo no estoy lista, seguiré intentando en esta lucha sin cuartel que es la vida, elijo creer, adiós mundo cruel, adiós.
“Esta es la historia que me estoy contando.”
Es interesante epezar a ser conscientes de nuestra propia construcción mental, del “relato proyectista” donde tomamos un pequeño sampleo de la realidad para armarnos una teoría acerca de algo que sucede con un otro. A partir de eso, me parece valiosísimo darnos la oportunidad de pelotear esta peli con el otro, el jefe, el amante, la hermana, las amigas, la madre o el cajero del supermercado, para poder esclarecer la duda de lo propio a favor de la verdad, desanudando aquello que nos está trabando y escuchando igual de atentamente la versión de la peli que se armó el otro.
Como era de esperar y cerrando el tema, lo que estaba pasando con el marido de Brown, no tenía nada que ver con lo que estaba construyendo nuestra protagonista de hoy. El pobre hombre le confiesa que ni escuchó lo que dijo, que en el agua estaba al borde de un ataque de pánico, contando brazada tras brazada, para no entrar en full mode panicoso en aguas abiertas.
Ahora luego de cada conflicto, utilizan esta herramienta para aclararse el uno con el otro: “ésta es la historia que me estoy contando ahora”.
pueden verlo completo acá.
1 comentario
Hace unos dias atrás tuve una charla profunda con una amiga porque mi cabeza no daba para mas y queria terminar con ese relato propio armado sobre alguna que otra situacion, que no me permitia estar tranquila. Tuve que mostrar mi vulnerabilidad, mi neurosis, mis lagrimas; pero me sentí sumamente liberada, escuchada, comprendida.
“ser conscientes de nuestra propia construcción mental”, es un trabajo arduo, diario pero hermoso porque nos permite develar lo que esta escondido y asi sentir la vida.
Comentarios no permitidos.