¿Se enteraron que hoy, 20 de marzo, es el Día Internacional de la Felicidad? Y esta vez, no lo inventó una reconocida marca de gaseosas. No. Fue la Asamblea General de la ONU, en la resolución 66/281 del 12 de julio de 2012 la que decretó el Día Internacional de la Felicidad, “para reconocer la relevancia de la felicidad y el bienestar como aspiraciones universales de los seres humanos y la importancia de su inclusión en las políticas de gobierno”.
Por lo pronto no tengo la menor idea de cómo un gobierno va a incluir a la felicidad en su agenda. Pero se me ocurre que yo puedo aportar mi pequeñísimo granito de arena al debate, compartiendo la que considero es una gran afirmación:
La felicidad es un punto de vista.
Suena bien, ¿no? El problema está en definir dónde hay que pararse para disfrutar del paisaje.
¿Cómo se define un punto de vista?
Básicamente por tiempo y espacio (dónde y cuándo). Pero también le podemos agregar un “a través de qué” se mira. Y con esas 3 premisas, tenemos todo lo que necesitamos para entender por qué la felicidad es acá, ahora, y sin filtros.
La felicidad es ahora
¿Cuántas veces postergaste tu felicidad esta semana? “Voy para allá en cuanto termine esto”, “almuerzo cuando vuelva Montoto”, “…el día que tenga un campito…”, “…cuando me compre el auto…”, etc. Vaya si tenemos zanahorias.
El problema no son las metas. El problema es que todas nuestras posibilidades de placer sean atravesadas por esta sensación de “sí pero antes tengo que”. Si yo te pregunto qué necesitás para estar vivo ahora, ¿cuál es tu lista? ¿Incluye a Montoto, el auto y el campito? Claramente no. Con que tengas aire y un corazón que late, pretty much we’re done. Si hay una única condición para experimentar la felicidad, es estar vivo.
Es claro que uno está vivo ahora. Antes, estuvo. Más adelante, va a estar. Pero “ser vivo”, concretamente, uno lo es ahora. Así que cuando te sorprendas postergando, hacete el favor de contemplar ese acto reflejo para decidir en forma conciente si realmente es necesario. (Con el tiempo, te vas a dar cuenta que no, que se puede ser feliz conmutando en el colectivo.) Y en el caso que te sorprendas añorando, bueno: Joaquín Sabina no pudo decirlo mejor.
Al lugar donde haz sido feliz
no debieras tratar de volver.
La felicidad es acá
Viajar es algo que me fascina. Soy exploradora nata, así que toda posibilidad de aprendizaje que implique caminar un montón, me copa. Pero investigar la vida en otras latitudes muchas veces nos hace pensar que en esos otros lugares se vive mejor. Ya me imagino todos esos dedos levantándose con estadísticas de cómo está efectivamente medido que los índices de X son más altos en Z. Pero hay una realidad irremontable: ¿vos dónde estás? ¿Acá o allá? Entonces, vos: ¿dónde podés ser feliz? Básicamente, donde estás. Porque ahora estás acá.
El pasto siempre es más verde en lo del vecino.
Ajustemos la mirada hacia nuestro propio pastito. Amemos nuestro pastito. Incluso si está medio mocho. ¿Esto quiere decir que hay que “quedarse en el molde”? Not a fucking chance. Quiere decir que el único lugar posible para ser feliz, es el que habitás ahora mismo. Sea Buenos Aires, Nueva York, Timbuktú o El Bolsón. Nadie dice que no puedas mudarte y ser feliz allá también, pero ahora… ahora podés ser feliz acá.
La felicidad no tiene filtros
La tercera dimensión del punto de vista, es la de los filtros. ¿Cuántas veces pensamos que nos falta ‘algo’ para relajar-festejar-disfrutar? Puede ser algo chiquito como un vino o un postre. O un teléfono-compu último modelo, una casa, un auto. O algo gigante, como la salud. O por qué no, el amor: que me llame Montoto. (Ese Montoto es un pícaro seductor.) A los efectos prácticos, no importa lo que sea: es como si la casa (o el postre, o el teléfono, o el chongo o la chonga) fuera ese par de anteojos tonalizados en rosa que hacen que todo se vea más feliz. En lenguaje instagram: el “amaro” de los filtros, ese que te destaca con pura gloria lo que pusiste en el centro de tu mirada. Pero… la verdad es que la felicidad es bastante más simple. ¡Por suerte! Solo necesita que estés vivo y honres eso mismo respirando. Todo lo demás, te lo estás imponiendo en tu cabeza. Al final, lo que tengas o no tengas es anecdótico: hay tanta felicidad como puntos de vista felices en el mundo. Claro, cuando uno está bajo techo, sanito, con una ducha caliente y comida en el plato parece fácil decirlo, ¿no?
Es en las situaciones extremas que nos damos cuenta de los muchos momentos para ser felices que pasamos por alto. Básicamente, todos.
¿Cómo podemos ser más felices? En pocas palabras: ahora, acá, como somos. Con lo que tenemos. Con los que estamos. Haciendo lo que sea que estamos haciendo. Juzgando menos. Porque estamos bien como estamos. No tengo la menor idea de cómo un plan de las Naciones Unidas nos va a ayudar a ser más concientes de esto. Pero igualmente, lo celebro. Celebro que la felicidad sea parte de la agenda por un día (en vez de la queja y el reclamo).
Y vos, ¿vas a poner la felicidad en tu agenda del día? Contame cómo :)
7 comentarios
Siempre hay que poner la felicidad en la agenda, sin postergar, divinísimo el post y tu mirada!
Sencillez emanan tus palabras al describir *Felicidad*. Palabra que alguna vez aquieta cuando te consultan “que es para vos?” Nada mas lindo que disfrutar del ahora, fui feliz por un rato leyéndote! Gracias :)
Hermoso comentario!
Excelente post. No hay mejor manera de explicar la felicidad, por que es así, aquí y ahora.
Un saludo vik.
Ch.
Es la primera vez que te leo, y la verdad que quede encantada con esto que escribiste. Tanto, que hay ciertas cositas que me las voy a anotar en un papel, de manera bien llamativa, y ponerla en mi escritorio, para verlo y motivarme, para verlo y sentirme bien, porque eso me causo el leerte… Sentirme bien :) gracias!
El título es una cita mía del 2013. Viene en mi libro “Relojes de arena”, publicado por Colofón.
¡Qué linda coincidencia! La verdad es que no conozco el libro. Si querés aportar tu punto de vista, bienvenida!
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