“No te lo puedo explicar, porque no lo vas a entender” reza la máxima inmortalizada en la canción con la que todos los argentinos alentamos a nuestra selección nacional de fútbol, tricampeona en el Mundial Qatar 2022.
Por Vik Arrieta
Sigo envuelta en el asombro. Estaba todo “ahí” y llevaba años (muchos) desenvolviéndose lejos de mi mirada. Hasta donde yo veía, el fútbol no era para mí: era un territorio macho y patriarcal, el de los barras, la sumisión del débil, del “cada hombre por sí mismo” y muchas ideas más que no comparto. Pero “un mundial es un mundial”, y la promesa de ver a nuestros colores campeones me acomoda frente a la tele. En los octavos sin camiseta, bandera o cotillón: apenas dando presente, como para engañar a la ilusión.
De repente, algo “mágico” sucede ✨. Es difícil marcar el momento o la jugada exacta. No sé si caigo en cuenta de que el fútbol, cuando se juega bien, es la danza más hermosa; o si es escuchando a los jugadores expresarse como lo hacen al final de un encuentro, o empezar a escuchar sus historias y a conocer sus familias, lo que me quita la venda y me permite ver el diamante (que veré pulirse en cada partido con asombrosa claridad) con el que cuenta el pueblo argentino.
Resulta que todo lo que pensé que era el fútbol necesita ser repensado. No me queda otra opción más que entregarme a la experiencia vertiginosa de enamorarme de La Scaloneta.
No lo vas a entender
Nunca me importó mucho el fútbol: en mi familia crecí rodeada de mujeres y mi papá siempre estuvo lejos de la gran pasión argentina. Sé que soy “bicho raro” en esta tierra donde con unos pocos metros cuadrados de tierra, dos botellas y una bola de trapos se arma un picadito. Pero hasta hace bastante poco, ser mujer ya explicaba gran parte de la ecuación: el fútbol en este país era una cosa principalmente de machos. Si eras “fémina”, no lo ibas a entender.
¿Y cómo entenderlo si todo lo que veíamos estaba tan lejos de nuestra realidad cotidiana? Escenas de violencia entre hinchadas no hablaban del amor por un juego donde se sabe que un día se gana holgado y otro hay que remar el fracaso en dulce de leche… pero que lo lindo es poder jugar. Jugadores “que no la pasaban” ni en la cancha ni en la vida, maestros de gambetear el compromiso con los demás, mostrándose bien lejos de lo que a cualquier ser humano le resulta innegociable, que es el afecto más íntimo, el de la familia. Pero llegó el Mundial Qatar 2022 y, mientras el mundo señalaba las incoherencias de dicha sede en materia de derechos humanos, nosotros, los argentinos, tuvimos el enorme privilegio de ser testigos de otra cosa. Un espectáculo humano se desenvolvió con claridad frente a la mirada del mundo entero, pero con sede “real” en el corazón de nuestro país. En el lapso de tan solo unos pocos días, el trabajo profundo y comprometido de un entrenador, su equipo y sus jugadores, se cristalizó en la promesa de una nueva Era del fútbol argentino, donde no hay grietas (y las mujeres también podemos ser parte): la Era del equipo, la familia y el juego infinito.
Quienes saben realmente del tema dirán que esta copa se empieza a gestar hace 27 años, en el primer partido de Scaloni en la selección sub-20 junto a Pekerman. Parece ser que este estilo peculiar de conducción viene inspirado en aquellas experiencias. Pero yo no sé nada de fútbol, apenas estoy aprendiendo. A mi Scaloni me hace pensar en Ted Lasso, el entrenador ficticio de la serie de AppleTV: un tipo que primero se preocupa por las personas, que ve siempre el potencial como un producto del trabajo en equipo y que tiene una infinita paciencia para enfrentar las contradicciones y lo que no sale como se espera. Si son realmente parecidos en esto o no, lo sabrán mejor sus jugadores.

Lo que si sé con certeza, es que esta selección me dejó con muchas ganas de más: quiero saber de ellos, de sus historias de vida, de los sacrificios que tuvieron que hacer para llegar a alzar a copa. Así que me puse como todos, a scrollear y googlear para entender cuáles son y de dónde vienen los nuevos valores del deporte más influyente en Argentina.
La familia es lo primero
Cuando me enteré que Lionel Messi, nacido un 24 de junio de 1987 es de Cáncer, la foto familiar en la final cobró sentido. El líder, el mesías, tiene un carisma paternal que transmite a sus seguidores confianza y fe. Los más pequeños y pequeñas, aunque deliran en su presencia, demuestran absoluto respeto por su figura.

“Espero que mis viejos me estén viendo. Soy lo que soy gracias a ellos. En su estado como están, pasaron momentos difíciles, espero que se sientan orgullosos por el hijo que tienen. Soy lo que soy gracias a ellos dos. Y también a mi esposa, a mis hijos, al resto de mi familia. Ellos sufrieron conmigo”.
LIONEL SCALONI
Pero no hace falta recurrir a la astrología para comprobar dónde están puestas las energías, porque la presencia de las familias fue constante en cada momento y cada transmisión. Hubo un cambio muy importante en la imagen de los jugadores de los últimos años, que no dudan en hacer a sus familias coprotagonistas de sus épicas: las familias que los forjan, los acompañan, los aguantan, los inspiran y los sostienen. Las historias a la vista porque los jugadores manejan sus propios perfiles en redes.

El plan es a largo plazo, entonces… a bancar el fracaso
Messi nació hace 35 años y desde 30 que juega al fútbol. Tiene trofeos de todos los colores (de momento suma 41, apenas uno menos que el jugador con más títulos obtenidos en toda su carrera) al que sumó ahora esta copa, que es sin dudas el máximo galardón. Podría cerrar su carrera con broche de oro pero lo primero que dijo, fue que piensa seguir jugando.
Hay una idea muy hermosa y poderosa detrás de esa declaración, casi automática, de compromiso con el juego: ganar es importante, pero lo más importante es seguir jugando. Porque lo esencialmente bello no es la copa, sino el fútbol. Resulta imposible resumirlo en una estatua, por más dorada y pesada que esta sea.
“Muchas veces el fracaso es parte del camino y del aprendizaje y sin las decepciones es imposible que lleguen los éxitos”.
LeONEL MESSI
Jugar significa aceptar la posibilidad de fracaso junto a la del éxito… una y otra y otra vez. Messi lo entiende perfecto y supo transmitirle esta capacidad de serena aceptación al resto del equipo, que encontró la clave de la fortaleza para remar los resultados negativos y mirar sus triunfos desde una óptica mucho más grande. La frase de que “la plata va y viene…” ellos parecen completarla con “…pero la gloria queda”. Y la gloria es precisamente transformar la narrativa para la eternidad: no se trata de un partido, sino de un juego infinito. En el juego infinito no importa tanto la copa como reproducir la alegría por jugar en la gente por tiempo indeterminado.
Pero volviendo a los astros (porque es divertido saberlo), quizás ayuda también la cantidad de capricornios que tiene este equipo: Alexis Mac Allister, Enzo Fernández, Lisandro Martínez, Juan Foyth y Gonzalo Montiel son todos miembros del célebre “Sindicato Capricorniano” reconocido por no bajar los brazos así nomás y enfrentar los errores y reveses con una mayor dosis de entrega. Ejemplo impecable es Montiel: su “error” le costó a Argentina el penal que nos llevó a la definición por penales. Pero su penal excelentemente ejecutado, cerró este periodo de 36 años de esperanza y la transformó en realidad. Más capri no se consigue.
Lo mejor nace en equipo
En este país estamos acostumbrados a la mística de los personajes a todo o nada, que se tragan la luz alrededor para brillar como supernovas. Pero en este equipo, el reconocimiento al capitán, al GOAT (greatest of all time), se topa con respuestas que, sin negar el valor, encuentran la manera de volver una y otra vez al valor a la enésima que solo es posible en el conjunto. Soy el mejor en tanto tengo a mi equipo.
SER FELIZ ERA ESTO
— Lástima a nadie, maestro (@a_lastima) December 18, 2022
El corazón de De Paul.
El fútbol de Enzo.
El toque de Montiel.
Las manos de Dibu. El baile de nuestro arquero.
La revancha de Ángel, ese que vuela en el cielo.
La sonrisa de Messi. Siempre Messi.
✍️ @SantiNunez https://t.co/HiQqkEToWW pic.twitter.com/QArng3Ov8E
La prueba está en que nos sabemos todos los nombres de memoria, junto con varios datos de color. Sentimos que los conocemos a todos en profundidad, todos tienen sus buenos minutos y momentos inolvidables con el balón, y si te dan a vos la tarea de armar el equipo no demorarías en encontrar 11 nombres que trabajan bien juntos. Eso antes no pasaba.
“Esta Copa que conseguimos es también de todos los que no la lograron en los anteriores Mundiales que jugamos, como en 2014 en Brasil, donde la merecían todos por cómo lucharon hasta la misma final, trabajaron duro y la deseaban tanto como yo…”
leonel messi
La sensibilidad es una fortaleza
Otra de las sorpresas maravillosas que se apreciaron en este mundial, fue la de encontrarnos con fragilidad y sensibilidad en un universo masculino donde estas cuestiones previamente se percibían como amenazas. Los hombres lloran, aman y hacen terapia con normalidad.

De repente, la sensibilidad aparece como fortaleza de manera incuestionable: la misma que a las mujeres nos costó años de restricciones, ahora se habilita y se fomenta. Ser sensibles nos hace mejores.
Quien habló largo y tendido de su terapeuta es el Dibu Martínez: si los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 fueron los de la salud mental, en este Mundial 2022, el Dibu instaló definitivamente el tema en el fútbol. Dibu contó que había sufrido mucho tras la derrota ante Arabia Saudita, pero no dudó en recurrir a la terapia y hacerlo público. Pero no era la primera vez, ya lo había dicho en la Copa América 2021:
“Me explotaron las redes, pero lo primero que hice fue llamar a mi psicólogo para calmarme. Pasé de tener 700 mil seguidores a 2.4 millones en un día. Miles de comentarios, entrevistas… así que pasé horas hablando con mi psicólogo…”
emiliano “dibu” martinez
Argentina es épica
La argentinidad viene golpeada. Nos hicieron sentir abandonados y engañados demasiadas veces, la “grieta” (sin lugar a dudas manufacturada por la clase política y los medios) nos partió al medio, la percepción a boca de calle es que el esfuerzo de nuestro laburo no rinde los frutos que rendiría en otras latitudes… y así vimos a muchos “cruzar el charco” o desplegar las alas hacia países supuestamente más benévolos que el nuestro. Pero aunque cambiemos de código de área, hay una parte del cuerpo que aparentemente no se muda así nomás.
Y es que hay algo en nuestra narrativa que tiene tinte de épica. No sabemos qué hicimos para merecerlo pero a esta altura del partido ya sabemos reconocerlo. Las cosas parecen estar hechas a la medida de nuestra grandeza: antes de que nos salgan cosas extraordinarias, nos pegamos unas decepciones descorazonadoras. Dicen los que leyeron El Camino del Héroe que eso está bien... siempre que querramos un destino más onda Luke Skywalker que de extra disfrazado de stormtrooper.
Tanto amor dejó esta Selección Argentina de Fútbol en la cancha que no había otra respuesta posible: las calles en todo el país desbordaron de las demostraciones de afecto de la otra protagonista de esta copa, la hinchada, que en Argentina podemos confirmar que tiene el tamaño de sus 47 millones de habitantes, pero que acepta con gusto a nuevos integrantes por todo el mundo (googlear Bangladesh). Y como no ser fanáticos de este equipo impresionante, que es pura fe y consagración, todo en uno.
Esto que nos pasa es maravilloso. Es como si todo el país se hubiera puesto de acuerdo para vivir como si estuviera enamorado.
— Juan Stanisci (@JuanStanisci) December 17, 2022
Por supuesto que en los festejos hubo de todo, de lo colorido a lo trágico, de lo que nos hace reír de alegría hasta lo que nos ensombrece de vergüenza. Es que si, pretender que todo cambie con un triunfo, por más magnánimo que sea… no es lo que este equipo quiere inspirar en este país. Acá hay mucho trabajo por delante, lo bueno es que ahora tenemos poderosísimas imágenes para sellar acuerdos colectivos. El famoso horizonte común se nos llenó de albiceleste.
Además, hay coincidencias asombrosas que prometen hacernos pensar, como que el festejo de este inusual Mundial culmine un 20 de diciembre, fecha hasta entonces oscurísima para los libros de historia en nuestro país (en referencia a lo sucedido en 2001). En aquel entonces también la gente salió a poblar la calle, pero con una emoción diametralmente opuesta. Las cosas ahora son distintas, aunque la economía también nos tiene en cierta medida “acorralados”. Quizás la coincidencia más asombrosa entonces, sea que nuevamente millones hayan girado su vista al cielo para buscar con los ojos un helicóptero.
Aquella vez fue uno, el doloroso, de la derrota y el abandono. Esta vez, fueron cuatro bestias aladas como pegasos mágicos, llenas de ofrendas de oro, devolviendo al cielo argentino lo que se merece: el triunfo y la esperanza.
Cómo. No. Amarlos.


Ya se acerca nochebuena
— TheWalkingConurban (@walkingconurban) December 20, 2022
Ya se acerca navidad pic.twitter.com/MgEnqOOTVp

La canción que no vamos a poder olvidar
En Argentina nací
tierra de Diego y Lionel
de los pibes de Malvinas que jamás olvidaré.
No te lo puedo explicar
porque no vas a entender
las finales que perdimos, cuántos años las lloré.
Pero eso se terminó porque en el Maracaná
la final con los brazucas la volvió a ganar papá…
Muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar
ya ganamos la tercera, otra vez campeón mundial
y al Diego, en el cielo lo podemos ver
con Don Diego y con La Tota
alentándolo a Leonel.
Letra de Fernando Romero, sobre música de la Mosca Tsé Tsé.