La ciencia dice que invertir plata en los demás es bueno para nuestra salud… siempre y cuando no nos estresemos de más a la hora de elegir los regalos.
Regalar es un ritual, estudiado por antropólogos y especialistas en marketing desde hace años, en el que reafirmamos nuestros vínculos y conectamos con nuestra abundancia. Hay decenas de estudios al respecto pero una conclusión recurrente: regalar nos hace bien.
Regalar tiene un impacto significativo en nuestra felicidad y bienestar: un estudio publicado en 2020 en el Journal of Personality and Social Psychology, plantea que gastar dinero en los demás predice una mayor felicidad que gastarlo en nosotros mismos. Otro estudio, publicado en junio de 2016 en la revista Healthy Psychology sugiere que gastar dinero en efectivo en otros puede ayudar a reducir la presión arterial y mejorar la salud cardiovascular. Un montón de beneficios insospechados detrás de tus compras este mes.
Pero para recibir estos beneficios hay que hacer de esta actividad una ocasión placentera. Para evitar el estrés asociado a tener que tomar muchas decisiones en poco tiempo, es buena idea tener una estrategia y un orden. Para ayudarte en la tarea, investigamos el estado del arte del arte de regalar y creamos esta guía, súper actualizada.
Guía paso a paso para hacer los mejores regalos y no morir de estrés en el intento
Paso 1: Armá tu lista
Este paso es necesario en función de ponerle orden a tu campaña de “regalos 2022”. Tener claridad en relación a quiénes queremos agasajar y cómo, nos ahorra muchas caminatas sin dirección y contra reloj. Parece una pavada pero, ¿escribiste una lista ya?
Cómo hacerlo: recorré mentalmente los distintos escenarios vinculares de tu vida y anotá en una columna las personas que sientas que tenés que honrar con un regalo. Al costado, creá otra columna para poner tu presupuesto y otra para definir si el regalo será un objeto o una experiencia. Todavía no las completes.
Una nota sobre la reciprocidad: es parte de la mística del regalo. No supone necesariamente un intercambio justo, pero siempre que se presenta un regalo queda abierta una pregunta y responder (con un regalo equiparable) o no hacerlo… bueno, también es una respuesta. Es algo más que podés tener en cuenta a la hora de definir quiénes reciben regalos de tu parte.
Paso 2: Definir presupuesto
Este paso pide un trabajo de inteligencia… emocional. Para definir, empezá por evaluar primero cómo te sentís en este vínculo, porque el regalo debería estar a tono con esa emoción.
¿Quién es esta persona para mí?, puede ser la pregunta que nos dé una pauta de presupuesto a invertir. Sí, reconozcamos que los regalos tienen un valor económico y, sin dejar que sea la vara que domine la decisión, nos brinda un rango. Tampoco queremos incomodar a la otra persona con una demostración fuera de escala. Obviamente no hay una guía definitiva e infalible, pero podés hacer el ejercicio de preguntarte si vos te sentirías cómoda recibiendo ese “nivel de regalo” de parte de esa persona.
Paso 3: Objetos vs Experiencias
Esta demostrado que las experiencias (tickets para un show, una clase, una cena) se recuerdan más que los objetos, ya que hacen que el destinatario se sienta más cercano a quien le regala, no solo cuando está recibiendo el regalo, sino también cuando lo usa más tarde. Según un estudio publicado en abril de 2017 en el Journal of Consumer Research, en el que los participantes recibieron $15 para comprarle a un amigo un regalo experiencial o material. Resulta que los amigos que recibieron experiencias como entradas para el cine o una cena, se sintieron más cercanos a quien les hizo el regalo en comparación a los que recibieron regalos como una taza o una remera. “Se trata de la emoción que se evoca cuando estás consumiendo el regalo: cuánto te divertís en el concierto, qué tan relajada o especial te sentís cenando en un buen restaurante. Esas emociones son más intensas que cuando miras un jarrón en tu biblioteca”, dice la Dra. Holmes, coautora de esta investigación.
Por otro lado, hay personas a las que no les gusta recibir cosas. Consideran que no necesitan más, no tienen dónde guardarlas, son desprendidas… sin importar cuál sea su cosmovisión, sabés que un objeto nuevo no va a ser gratamente recibido.
Pero a veces regalar experiencias sin conocer la agenda de la otra persona es complicado. Y una experiencia con fecha abierta puede significar un estrés, o un regalo no tan bien aprovechado. Entonces… ¿cómo llevar la idea de la experiencia a los objetos? Con objetos que generen esas emociones intensas a las que refiere el estudio: pueden ser herramientas para realizar una actividad que le resulte muy placentera a la persona agasajada, piezas con arte que evoquen en sí mismas emociones, objetos culturales que despierten ideas e inspiren, como libros o bitácoras de autoconocimiento.
Paso 4: Elegir el regalo
Pensá a largo plazo: en general, a la hora de pensar en categorías, necesidades y usos posibles, nos concentramos en lo que sabemos de la persona en las últimas semanas y tratamos de resolver alguna necesidad manifiesta. Pero donde no podemos fallar, es en los intereses que esa persona haya demostrado en el largo plazo. Regalar algo que demuestra que conocés a esa persona hace tiempo, muestra el compromiso que tenés con ella.
¿Vale preguntar? Por supuesto que sí. Y de acuerdo a la cercanía en el vínculo podemos preguntar (o ratificar) preferencias por objetos vs experiencias o por categorías o si hay algo en concreto que podamos elegir para esa persona. Pero para que un regalo se perciba como tal, es preferible una cuota de misterio: puede ser el motivo, color, sabor, día… siempre hay algún detalle y esta personalización vincula al regalo con quién lo regala.
Paso 4 bis: Elegir (bien) el regalo
Significados ocultos. A veces un detalle del regalo puede estar cargado de significados que no son aparentes a simple vista pero que pueden generar efectos no esperados y convertirse en un hit o en un desastre. Preguntate “cómo se puede leer este regalo” antes de pagarlo.
El regalo que sigue regalando. A veces es posible regalar algo que se presenta como una excusa para que la persona siga “invirtiendo” en sí misma. ¿Conocés el efecto Diderot? En el siglo XVIII, un filósofo francés cayó en cuenta de que adquirir algo nuevo puede desencadenar la necesidad de comprar muchas cosas más. Esto es porque las cosas que tenemos forman parte de nuestra identidad e influyen en nuestra autoestima. Una mochila puede derivar en un viaje al Macchu Pichu. Tenelo en cuenta: es un efecto que puede ser positivo o negativo. A veces las personas se dan cuenta que necesitan complementar el regalo recibido con nuevas compras “para que funcione” y esto mismo es lo que provoca el rechazo del regalo: no están dispuestas a invertir en esa dirección. No te lo tomes personal.
Regalar un regalo o ‘hacer shopping dentro de casa’. Quizás suena mega amarrete, pero si te encontrás en posesión de una cosa que sabés que otra persona adoraría tener, es absolutamente válido regalarla y puede ser un hitazo, un verdadero signo de amor. Pensá en libros antiguos, obras de arte, una planta. Todo eso puede estar en tu casa y ser el regalo perfecto.
Elegí todo el año. Sí, lo ideal es no dejar esta actividad para el último minuto y escuchar a tu intuición cuando te dice “esto es tan… (amiga, amante, madre, etc)”. Comprás y guardás hasta que llega el día indicado. Pero si llegaste al último minuto y te faltan ideas, recurrí sin culpa a las guías de compras de los expertos editores de tus publicaciones favoritas, que reciben mucha información de todas las marcas y son una gran fuente de inspiración. Te dejamos la nuestra aquí.
La tarjeta regalo. Es una opción válida cuando realmente no tenemos idea de qué regalar, el vínculo es formal o débil, o estamos a kilómetros de distancia (aunque hoy también se puede comprar en una tienda online y enviarlo al domicilio de la persona agasajada). Lo complicado de esta opción es que lo primero que se ve es el monto del regalo. La sugerencia es acompañarlo de una nota personal para que se sienta así, más personal.
Paso 5: Presentar el regalo
Este paso es el 50% del efecto del regalo, garantizado. Cualquier regalo se eleva en valor al doble o más con una buena presentación, porque hay un compromiso personal adicional en crear una experiencia del acto de entregar y recibir el regalo, que ya no se ve tan transaccional como acercar una bolsa. Hay un plus. Y este plus realmente cuenta.
Escribí una nota personal: este paso es el que nunca nadie tiene tiempo para dedicarle y puede ser el que realmente selle el momento… con palabras. Quizás son sobre el por qué elegiste ese regalo, quizás son una agradecimiento al apoyo, el cariño recibido o la presencia incondicional de esa persona en tu vida. Manuscrita sobre una tarjeta, corta y sincera. Eso es todo lo que se necesita.
¿Qué necesitás para envolver bien un regalo? Poco en verdad: un bello papel, tijeras, cinta de pegar, alguna cinta o moño y un tutorial. Si el regalo en cuestión no tiene una forma rígida, una excelente idea es conseguir una caja de cartón que lo contenga: es muchísimo más fácil envolver una caja y el regalo gana en volumen. Si estás pensando que el volumen extra puede generar un engaño, optá por la caja del menor tamaño necesario y, realmente, no lo pienses tanto: incluso si el regalo es más sencillo que el envoltorio, el efecto es adorable.
Te dejamos aquí unos tutoriales para envolver regalos: