Si volver a lo esencial es limpiar malezas y quedarnos sólo con eso que nos sirve ¿cómo aprendemos a discernir entre lo que es esencial y lo que no? ¿cómo hacemos para acceder a ese nivel del jueguito donde lo que sobra se cae solito?
No, esta nota no es acerca de una miniserie indie de un director local, aunque el título lo insinúe. Pero tampoco está tan lejos…
¿Soy yo la única persona con Netflix que aún no había visto el documental Stutz? Bueno, parece que finalmente me tocó la hora. A veces siento que llego tarde a todo, pero luego reformulo mi propia declaración y digo: quizás llego en el momento indicado. ¡Ah, re!
Resulta que, a Jonah Hill, a quien recordamos por pelis como Superbad y The Wolf of Wall Street, decidió hacer un documental dedicado a su terapeuta, buscando difundir las herramientas de sanación que propone él mismo y que tanto lo ayudaron en su proceso introspectivo.
“¿Cómo no hizo esta peli antes un argentino?”, pensé, en un país donde el terapeuta es un commodity y está tan naturalizada la psicología, que es una de las carreras en el top 10 de cantidad de inscriptos en el país. O sea, me puedo imaginar tranquilamente un Stutz dirigido por Martín Piroyansky, donde el actor encuentra la forma de poner a un lado, al menos por un rato, sus pensamientos neuróticos. El filme seguramente estaría rodado en el Delta, en tonos de diapo, en medio de un aluvión de mosquitos portadores de dengue, llevando al actor a encerrarse en la casita de río mientras su terapeuta intenta vanamente calmar su terror a los insectos. O en plan más sórdido, podría estar dirigido por una Lucrecia Martel, en un consultorio lúgubre de algún recoveco salteño, lleno de revelaciones oscuras y conversaciones tan incómodas que me harían silenciar la pantalla.
Volviendo al mundo real y al tema de este artículo, les cuento que el documental se llama Stutz en referencia al apellido de Phil Stutz, el famoso terapeuta en cuestión. El documental se limita a una “simple” conversación (en pleno rodaje se nota la cantidad de producción detrás del meollo) entre paciente y analista, donde se develan distintos momentos críticos en la vida de ambos. También es, como decía antes, una excusa para desarrollar y compartir las herramientas de trabajo que usa Stutz con el fin de ayudar a la audiencia en su búsqueda personal.
Stutz llamó a este kit The tools. The tools incluye tres instancias: aspectos de las realidad, las herramientas mismas y el trabajo final o tesis personal.
1. Realidad
Para abordar este método, primero hay que hacer el siguiente reality check:
Aspects of reality (aspectos de la realidad):
Según Stutz, si hablamos de sanación, estos son los tres aspectos que nadie puede esquivar. El proceso arranca abrazando a los tres.
.Dolor
.Incertidumbre
.Trabajo constante
Vital force (fuerza vital):
¿Qué cosas nos hacen sentir más vivos? En el modelo de Stutz hay tres niveles:
.The bottom: la base, el fondo es tu relación con tu cuerpo físico.
.Tu relación con los demás.
.Tu relación con vos misma.
Por ejemplo: si estás pasando un momento crítico, lo que va a mantener tu energía vital disponible es ocuparte de tu salud física, tu vínculo con los demás y con vos misma.
The X part:
Si ya tenés aceitadas las dos primeras herramientas, ahora llega la hora, cual Jedi, de enfrentarte con la “parte X”, tu lado oscuro, esa inercia interna que te quiere frenar la evolución, la resistencia al cambio. ¿Qué cosas te dice tu parte X? “No soy suficiente, soy una impostora, no valgo, no me merezco ser amada…”. El auto-boicot: lo conocen bien.
2. The Tools
String of Pearls (cadena de perlas):
Si cada perla del collar es una acción con un mismo tamaño, significa que, por más grandilocuente o rutinaria que sea esa acción (renunciar al trabajo o lavarse los dientes), cada una es simplemente algo que hay que hacer. Por más que en esa cadena nos encontremos con perlas negras (nuestro boicot, procastinación, miedos, etc.), el único camino es avanzar hacia la siguiente.
The Shadow (la sombra):
Esa parte de la que te avergonzás, esa que desearías que no existiera. Stutz te invita a abrazarla, conversarle, integrarla en tu vida. Para poder hacer esto, primero tenés que poder visualizarla y vincularte con ella.
The Snapshot (el reino de la ilusión):
Corremos detrás de la perfección: la relación perfecta, la cantidad de dinero ideal, el éxito máximo. Proyectamos ese momento deseado sin recorrido: sacamos la foto en nuestra mente sin contemplar el proceso, sin movimiento ni profundidad.
Lo cierto es que ninguno de los logros de nuestra vida existe sin incluir los que Stutz llama (leer más arriba) los tres factores de la realidad: dolor, incertidumbre y trabajo constante.
The Maze (el laberinto):
El laberinto es el resultado de nuestro lado oscuro, la Parte X, es la visualización negativa que nos mantiene pegados al pasado, a emociones viejas y caducas. El famoso enrosque es parte de este combo explosivo.
3. The Work (el trabajo)
Active love (amor activo):
Somos amor, lo demás es miedo. Algo parecido a lo que proclama Un curso de milagros, ¿verdad? Stutz propone un ejercicio para absorber todo el amor posible y transmitirlo a otra persona o hecho no feliz que no hayamos podido superar. La idea de esta mecánica es poder empatizar y fundirse con la persona o situación en cuestión.
The Grateful Flow (el flow de la gratitud):
La gratitud como herramienta para superar cualquier situación que nuble nuestra vista. Una práctica que nos da habilidad de romper el patrón de pensamiento negativo.
Loss Processing (procesamiento de pérdida):
Algunas personas tienen mucha dificultad en procesar la pérdida y el duelo. Stutz propone ir tras el deseo de manera activa y feroz, pero también aprender a desapegarse de los resultados. Saber soltar aquello que no nos sirve más, que ya no es. Perder el miedo a este proceso es vital.
Radical acceptance (aceptación radical):
La antítesis de prejuzgar. A uno mismo, al resto y a lo que pueda pasar en el futuro. Aceptar todas las partes de una y habilitar su existencia.
Cuando llegué a éste último ítem fue cuando dije… “Pará, yo esto lo leí o vi antes”. Esto me suena a budismo, uhmmmm, Tara Brach, maybe? Uhmmm… Después de un rato viendo el documental: “pero, claro, ¡esto se lo escuché a Tara Brach!” Ya hablamos de Tara en este espacio, pero aún no hablamos del término radical acceptance.
“La única forma para el
tara brach
cambio es la aceptación“
Aceptación radical
Cuestión que me quedé con muchas ganas de investigar y compartir este término, así que consulté a una de mis refes en materia de budismo, Zai Valerín. Zai es amiga de la casa y entre otras cosas es instructora de mindfulness, profesora de yoga, counselor, facilitadora de constelaciones familiares y una exploradora de las múltiples tradiciones espirituales del Oriente.
Según Zai este término implica abrazar todo lo que somos tal cual somos. Si esto no sucede corremos el peligro de caer en lo que Brach llama el “trance de la deficiencia”, porque cuando estamos en ese trance caemos en un montón de mecanismos que nos anestesian, nos adormecen. Nos mantenemos súper ocupados en la vida, nos llenamos de cosas que nos sacan del cuerpo, nos distraemos de nosotros mismos.
Podemos pasarnos la vida entera en ese trance. La llave de la fortuna es la aceptación de nuestra imperfección, de que siempre estaremos en falta con la perfección.
Brach propone dos herramientas para trabajar en esto:
Mindfulness
Ejercitar la claridad de ver las cosas tal cual son (tal cual somos) en el aquí y ahora. Observar. Ejemplo: reconocer que somos autoexigentes, impacientes, controladoras.
Compasión
Una vez que logramos reconocer este fenómeno, nos toca abrazarlo con compasión. La compasión no tiene nada de debilidad, por el contrario, nos mantiene conscientes acerca de quienes somos verdaderamente.
La única forma para el cambio es la aceptación.
Acá pueden leer unos fun facts del documental.
Si les interesa ahondar, les cuento que Stutz publicó el libro.
Y en esta nota describe todas las herramientas con mayor precisión.