Esta semana le ponemos el cuerpo al caótico mundo del trabajo interior, a remover las malezas que nos impiden crecer, a celebrar esos días donde tocamos fondo y decidimos acercarnos a la versión más expandida y pura de nosotras mismas.
—Imagen @MaxiBendahan
—Por @Tofucita
¿Les pasa que a veces sienten que hay cosas que ya cumplieron un ciclo en su vida y que es momento de trascenderlas? Comportamientos, vínculos, maneras de pensar o situaciones limitantes que les piden evolución: fumar, comer chatarra, vínculos nada sanos, no poder poner límites, trabajar demasiado, etc. La lista es infinita.
La vida es dinámica y la diaria nos expone constantemente a la impermanencia. Todo se mueve todo el tiempo. A veces se trata de un cambio significativo pero aislado, que no afecta demasiado lo estructural de nuestras vidas. Puede ser un ascenso laboral dentro de un mismo espacio de trabajo, sumar una actividad física, cortar un vicio, una mudanza dentro del barrio o la misma ciudad, un nuevo grupo de amigos.
Pero a veces, se trata de algo mucho más estructural: una serie de pequeñas decisiones que sumadas, acompañan o desencadenan un salto evolutivo. Ese click, esa “caída de ficha” que nos evidencia que las cosas como han sido hasta ahora, ya no lo serán más.
Recuerdo bien el día en que decidí comprometerme en trabajar mi dispersión. Estaba en Costa Rica, en la playa más virgen donde alguna vez estuve. Era la madrugada, todos dormían y yo fui a la playa caminando sola. Me sobrevolaban papagayos fluorescentes a lo Avatar. Estaba completamente tomada por una sensación de júbilo (ah re que me hago la española, pero no encuentro palabra más precisa) y esperanza.
Me acuerdo en ese estado de embelesamiento con la naturaleza, me dije: “quiero sentirme más seguido así. ¿Cómo hago para llevarme algo de este sentimiento cuando vuelva a mi casa a cuadras de Puente Saavedra?” Y me respondí: “enfocate una cosa precisa, poné toda tu alma en eso, arrancalo, terminalo y sentí la satisfacción de poder concretarlo.”
Ese año, cuando volví a Buenos Aires, empecé mi primera formación de yoga. Aquí me tienen 7 años después con sala propia, alumnos hermosos, workshops, formaciones y una comunidad hermosa de yoguis amigos esparcidos por todo el país.
Así como ese hito vivencial me despertó un cambio de vida total, porque ningún hecho es aislado, hay momentos muchas veces duros, durísimos, que nos disparan el inicio de un viaje de crecimiento exponencial. Como la noche en que Liz Gilbert, la autora y protagonista del libro y peli “Eat, pray, love“, le pide a Dios una palabra en pleno estado de desazón y desconcierto.
¿Y se acuerdan que le dice “el barba”? “Volvé a la cama”. Y ahí empieza todo…
Tan simple y tan complejo dejar una forma de ser atrás.
La pirámide de Maslow:
La autorrealización o auto-actualización personal, es una teoría desarrollada por el psicólogo Abraham Maslow. Muchas de ustedes la habrán estudiado en Psicología o materias de carreras afines. Esta teoría describe la jerarquía de necesidades del ser humano, de más básica a más compleja o sutil.
Si observan el gráfico, en la base de la pirámide se encuentran necesidades vitales de orden fisiológico. En la segunda franja, factores que aseguran cierta estabilidad integral. En la tercera, factores vinculares, en la cuarta, reconocimiento social. Maslow deja la cumbre de la pirámide justamente para eso que nos tiene reunidas hoy acá: la autorrealización personal.
¿Porqué es tan importante ir cubriendo las necesidades de este modo de ver? A mi modo de ver está basada en el sentido común: Si no tenemos asegurados aspectos básicos de nuestra supervivencia, como comida, estabilidad emocional, salud, no podemos pensar en aspectos más sutiles como un ascenso laboral, mudarnos de barrio o tomarnos vacaciones. Por poner un ejemplo burdo: nadie se preocupa por el skin care si está en medio de un terremoto.
Por lo tanto: no se puede alcanzar la autorrealización hasta que se satisfacen otras necesidades de orden inferior.
¿Es la autorrealización un white people problem?
Maslow definió la autorrealización como la tendencia del individuo a actualizarse en lo que es potencialmente. Esta tendencia podría expresarse como el deseo de convertirse cada vez más en lo que uno es, de convertirse en todo lo que uno es capaz de llegar a ser.
La autorrealización es la mejor expresión de uno mismo. Lo mejor de uno.
Maslow dice que la autorrealización rara vez sucede, que menos del 1% de la población adulta puede acceder a este nivel evolutivo. La mayoría de nosotros funciona la mayor parte del tiempo en un nivel inferior al de la autorrealización. Pero muchas veces no se trata de una dificultad evolutiva, la autorrealización es el nivel más alto de desarrollo psicológico, donde el potencial personal se realiza completamente después de que se hayan satisfecho las necesidades básicas del cuerpo y del ego.
“La autorrealización es la mejor expresión
de uno mismo. Lo mejor de uno.”
El despertar espiritual:
A mi parecer, eso que Maslow llamaba autorrealización, no es otra cosa que un despertar espiritual. Sólo se habilita cuando tenemos resueltas ciertas necesidades y de una necesidad interna de acceder a un nivel más avanzado del fichín.
Ahora: ¿hay que estar en Varanasi para llegar a ese cenith? Para nada. Sí creo que hay ciertos espacios naturales y espirituales que fomentan estos despertares, pero también creo que el click puede surgir en cualquier espacio. Muy a lo escena de corto BAFICI: estás en el subte, hora pico, totalmente hacinada, venís viajando así por años, día tras día. Un día tocás fondo y te prometés que eso va a cambiar. Y resulta que sos consecuente con tu deseo. Y ahí arranca el baile de tu viaje del héroe y andá a saber donde te lleva.
Volviendo a las personas autorrealizadas, las mismas que atraviesan éstos despertares, son propensas a tener experiencias pico: momentos trascendentes de pura alegría y euforia. Estos son momentos que se destacan de los eventos cotidianos. El recuerdo se mantiene y las personas a menudo los comparan con una experiencia espiritual.
Las experiencias pico tienden a ocurrir durante las experiencias artísticas, atléticas o religiosas. Una ultra-maratón en medio de la naturaleza, una muestra de arte impactante, un encuentro de canto de mantras, etc. ¿Un recital de Robbie Williams, ponele? Mejor me calmo.
¿Cómo sé si soy una persona autorrealizada?
Sencillo, tenés que tener varios de estos ítems de abajo cubiertos.
10 rasgos de las personas autorrealizadas:
- No pierde la capacidad de asombro.
- Aceptación.
- Autenticidad.
- Ecuanimidad.
- Propósito: una vida con sentido.
- Percepción eficiente de la realidad: pelis no, gracias.
- Humanitarismo: registro y empatía con el entorno.
- Experiencias pico: vivirlas, sentirlas como tales.
- Buena intuición moral: más allá de las normas sociales, entender por dónde es y por dónde no.
- Creatividad.
Y cerrando este escrito psico-espiritual: cuanto más autorrealiazada estés, más en comunión con el mundo te vas a sentir. Vas a estar más consciente y presente en todo lo que te rodea.
¿Te sentís mega alejada de todo esto? ¿Lográs proveerte medianamente de tus necesidades básicas? ¿Qué cosas hacés para conectar con vos verdaderamente? ¿Qué espacios de instrospección tenés en tu vida?
Podés hacer la prueba de autorrealización, hacé el test en la web de Barry Scott Kaufman y sacarte la duda.