En el mes en el que nos entregamos al proceso y aprendemos a decir que sí, un top cinco de cosas que pueden ser un incordio, pero también la puerta de entrada al crecimiento personal.
—Por @Tofucita
Algunas personas viven en la incomodidad y están cómodas con eso. Si no pregúntenle a alguien de Escorpio. Hablan de los temas más oscuros, desnudan las propias sombras y plantean los escenarios más apocalípticos, mientras cortan el chai con leche vegetal.
“Poder estar cómodas en la incomodidad”
Pero, para muchos, encarar todo eso que nos resulta difícil y nos deja un agujero en la panza, no es tan fácil. Nos pide que saquemos recursos que muchas veces no tenemos o al menos no despertamos todavía. Lo bueno es que se puede entrenar.
Aquí cinco situaciones diarias que nos resultan incómodas y sus trucos correspondientes para surfearlas con altura.
1. Conversaciones incómodas: poder decir y escuchar la posta
Acá una sagi que las evitó siempre. Con lo fácil que es hacerse la sota y no enfrentar las cosas. Pero los años, las terapias y los caminos de la vida me han enseñado que lo mejor sucede del otro lado de esos momentos de incomodidad y de decir y escuchar lo que está trabando ciertos procesos. ¿No les pasó alguna vez que luego de decir algo que tenían atragantado aparece una sensación maravillosa de liviandad? Bueno, eso. Ahí vamos.
Me contaba una amiga los otros días que en una jornada con su equipo de trabajo, estaban conversando dos compañeros. La cuestión se empieza a poner picante y una de las partes le dice a la otra: “puedo sostener tu enojo”.
¡Fa! Por ahí va, pensé. La nobleza de tener la capacidad de que te digan eso sin hacer volar todo por el aire. O poder decir eso mismo mirando al otro a los ojos y sin que la conversación escale a más. El ejercicio de tener conversaciones incómodas como un fin en sí mismo.
“Puedo sostener tu enojo”
Cada cada vez que me encuentro con una situación donde quiero decir y busco excusas para no hacerlo, pienso en esta dupla y en cómo resolvieron ese conflicto desde la palabra, la calma, el respeto al otro y con verdad.
2. Naked bonding: naturalizar el cuerpo desnudo
¿Por qué el género masculino tiene tan aceitado este asunto que a nosotras todavía nos cuesta tanto? No digo que no suceda, no digo que no haya espacios o ámbitos donde sea normal (un vestuario, un probador de local de ropa, el cuarto donde cuatro adolescentes se prueban mil prendas), pero hay algo del pudor femenino donde todavía nos falta horno en este aspecto.
Hace poco leí esta viñeta de Rocío Diestra, donde queda expuesto cómo las mujeres mayores (las catalanas al menos), desfilan por los vestuarios de los clubes sin ningún tipo de rollo. Me pareció maravilloso, porque yo estuve en esa situación en mis años de natatorio y recuerdo que con 35 años, hacía malabares absurdos para no ser vista en bolas, mientras que las sexagenarias trataban a su cuerpo desnudo con la misma libertad que cuando estaba cubierto.
Las señoras entablaban conversaciones, organizaban torneos de tenis doble, comidas con maridos, todo en bolas. Era hermoso. Yo desde el rincón más recóndito de la fila de taquillas, las observaba con admiración, pudorosa y absurda. Esas mujeres eran libres, ojalá yo llegue a ese cenit algún día, pensaba.
El yoga, practicarlo y enseñarlo, los partos, los achaques físicos y las visitas al osteópata, me fueron enseñando que el cuerpo es una herramienta, que da y recibe información, que es una parte integral de quienes somos y no un contenedor de mente y emociones. Pienso que dejarlo a la vista, en los contextos adecuados y de maneras amorosas, desinteresadas y naturales, no es gran cosa. Quizás sea una de las revelaciones que tiene la gente más grande y que van llegando a cuentagotas en cada soplada de velitas.
3. Digital detox: surfear el vacío de estímulos
Leer un libro sin interrupciones, pasar tiempo consciente con tus viejos, tus amigas, tu pololo, tus hijos. Parece algo remoto, pero en los últimos diez años, la atención ha sufrido un desafío histórico. Ya no estamos más verdaderamente donde estamos. Nuestro cuerpo puede estar físicamente presente, pero: ¿nuestra mente?
Seguramente dispersa en un chat, chequeando mails, revisando el feed de una red social. En cualquier lado menos en el presente real y tangible que tenemos en frente. Si bien uno ya casi no puede quedarse afuera del mundo digital del todo, sí puede regular el tiempo que pasa lejos de los dispositivos electrónicos. Acá les dejo unos consejos simples, más adelante hablaremos sobre esto en otro post más completo:
- Borrá las redes sociales del celular: si no trabajás con ellas es bien posible, bai!
- Elegí zonas y momentos libres de móviles: las comidas, el almuerzo familiar, el momento de hacer jardinería.
- Tené horarios fijos para usar y otros para soltar los dispositivos: así como tenemos la jornada laboral, hacer lo mismo con la “jornada celular”. No lo actives hasta cierta hora de la mañana y apagalo al menos 2 horas antes de dormir.
- Ejercitá más seguido el modo avión: esto te permite usar el celu para escuchar música y otras actividades lúdicas sin interferencias. Nadie puede interrumpir tu presente.
- Dedicate un día de la semana sin celu: Le avisás a la familia y los amigos y te metés con toda a limpiarte de la demanda digital. Un picnic con un buen libro en el parque, una escapada al campo de amigos, un día de producir o hacer manualidades o cocinar en casa.
4. Viajar sola: decirle “en tu cara” a la “base doble”
Que “el mundo está hecho para los que viajan de a dos”, que para las sueltas es todo mucho más caro, que viajar sola es peligroso, que no tenés con quien compartir. Si bien algunas de estas cuestiones tienen algo de verdad, como que los paquetes turísticos están basados en viajes para dos personas, el mundo moderno ofrece maneras tan variadas y distintas de viajar, que lo que puede resultar incómodo al principio, puede terminar siendo una experiencia transformadora.
Viajar sola te permite armar tu ruta a gusto, confeccionar el estilo de viaje que más te identifica. Podés mechar entre categorías de alojamiento, hacer y deshacer sobre la fecha y a piacere, volver antes o quedarte. Viajar sola te da una libertad gigante.
También te permite conocer más personas de las que conocerías estando acompañada. La necesidad del vínculo social con otros te va a encontrar mucho más abierta y permeable al intercambio que en otras situaciones. Amigos de otros países, un affaire impensado, una comunidad de viajeros que te sumen a su recorrido, todo puede pasar cuando estás abierta a los demás.
Además, los viajes en solitario te encuentran con mucho tiempo para vos. Procesás cosas que sucedieron en casa, resolvés conflictos, te encontrás en nuevas versiones tuyas haciendo cosas nuevas. Algo así como lo que le sucede a Ben Stiller interpretando a Walter Mitty. La peli habla de un hombre simplón (pero bastante soñador) con una vida muy predecible, que suelta todo y se va por el mundo en busca de un fotógrafo de naturaleza.
Autoconocimiento, exploración, la oportunidad de hacer un retiro en movimiento. Todo eso y muchas historias para contar a todos esos que nos acompañan en la vida diaria, al regreso.
5. Moverte sin tapujos
¿Cuán conectada estás verdaderamente con tu cuerpo? ¿Cuánta capacidad tenés de conectarlo con tus emociones y de expresarlas físicamente? Admitilo: cuando paseás por la plaza o el río y ves a esos grupos medio hippones moverse al son de un tema afro, sufrís un poco. Te dan vergüenza ajena pero también te tienta. ¿Cómo será moverse en estado de entrega total? ¿Qué hay detrás del calor que te genera mostrarte moviendo el cuerpo?
Lo bueno es que las sociedades avanzan, los prejuicios caen, las personas retoman y resignifican ritos ancestrales como el baile colectivo y tanto vos como yo, nos tenemos que animar a probarlos y ver qué nos pasa. Lo interesante es que hoy hay mil opciones y lo más maravilloso es que no hace falta ser hábil ni saber moverse. Todo se trata de liberar el cuerpo, para soltar prejuicios, miedos, mandatos y trabas. Aquí algunas disciplinas aptas para torpes:
- Cinco ritmos: un ciclo de danza libre, donde cada uno de los cinco ritmos propuestos tiene asignado una emoción, una parte del cuerpo como motor, una etapa del ciclo de la vida, una energía, un tipo de respiración. La dinámica propone cinco instancias de sonido bien distintas para mover la osamenta de acuerdo a las emociones que despierta cada uno. Brenda Cohen es una de las referentes en el país de este movimiento.
- Bioenergética: esta disciplina considera que el cuerpo es como un “diario inconsciente” en el que quedan grabados los conflictos más relevantes de la vida emocional de cada persona. La cantidad de energía y la forma de canalizarla configura su personalidad. La bioenergética busca liberar nudos y tensiones anclados en el cuerpo por el exceso de energía y habilitar el libre flujo de la energía por todo el cuerpo. Sus métodos incluyen: el enraizamiento, el movimiento, la respiración, la expresividad y la manipulación. Bioenergética trascendental.
- Entrenamiento actoral: hay miles, pero nuestra amiga de la casa Shumi Gauto propone desde La propia expresión, clases presenciales en Uruguay, seminarios en Buenos Aires y clases virtuales para todo el mundo. Hay para elegir.
- Método Feldenkrais: si lo tuyo es el no movimiento (¡ouch!) o el movimiento sin registro, este es un buen abordaje. El método es utilizado por bailarines, actores y músicos ya que trabaja en la reeducación de patrones ineficientes de movimiento y compensaciones, desde el movimiento más sutil. Feldenkrais Argentina.
Bonus track: challenge semanal
Probá hacer una cosa incómoda por día. Hacés una lista de pequeños desafíos incómodos (los que sean y te resulten desafiantes a vos) y fijate cómo te va cuando vayas pasando cada día luego de encarar cada uno de estos temas. Eso nomás.