¡Hola querida tribu! Hoy quiero compartir con ustedes un regalo que recibí durante nuestra fiesta de fin de año en Monoblock. El team propuso que este año, en vez de hacer nuestro tradicional sorteo de “Papá Noel invisible”, cada uno trajera un regalo sin destinatario concreto. Todos los presentes debían guardarse en idénticas cajas (por suerte en el depósito contábamos con este recurso). Al finalizar la cena, todos elegimos papelito con un número de orden para elegir una caja del montón. Hubo plantas, tazas, libros, ¡tortas! pero a mi me tocó (ejem!) el mejor: un SPA en una caja. Y no se imaginen un set de sales y jabones orgánicos, no. Este spa era mucho mejor, porque tenía instrucciones.
¿Instrucciones? Ahhh si. Instrucciones acompañadas de unas listas de Spotify, un rico tinto, frambuesas bañadas en chocolate y una máscara facial. Realmente no importa si el tinto es un mini champagne, un margarita o una limonada con menta y mucho hielo, y si las frambuesas son un cuartito de helado. La máscara puede ser una almohada de semillas bien fría o un antifaz de esos de gel. Lo que no cambiaría por nada, es leer las instrucciones: ese fue el verdadero regalo. Así que aquí lo comparto con ustedes, con autorización de su autora, para que todxs puedan regalarse hoy, Jueves 21 con luna en Tauro, un relajante, sensual y merecido SPA de entrecasa.
Texto por Lucía Zamora
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Me quedé sole en casa de imprevisto. No hay planes. No hay presencia. Sólo la mía. Chequeo conmigo misme: “¿Tengo ganas de salir?” y hago un recorrido de lo que implica salir. Lo descarto. No hay disposición a salir pero tampoco quiero dormir. Mi cansancio es manejable.
¿Lo es? La aguja está averiada a conveniencia porque no quiero darme el tiempo de sentirme cansade. Pero puedo darme tiempo de descansar, ¿no?
¿Qué hago en ese tiempo? ¿Cómo quiero sentirme? Si respondo, impongo un resultado. Decido no responder. Lo importante es que no me pese.
¿Cómo se descansa? ¿Y si me vuelvo un cliché de repente? Si hago todo lo que dicen las películas americanas que relaja (pero sin bañera porque hay que cuidar el agua), ¿es descanso? ¿Qué es lo que tiene esa escena de película americana?
Pongo a enfriar un vino aunque sea tinto, porque es verano.
Saco los últimos Franui de la heladera, que son sólo tres porque cuando los recibí me los comí casi todos. ¿Cómo sobrevivieron estos tres? ¿Existe el maridaje de chocolate con vino? Existe, claro que existe. Y quiero pensar que ese vino y estos Franui combinan.
Mascarilla a la nevera.
Tomo un baño y me lavo el cabello. ¿Cómo se siente el agua que toca mi cabeza y recorre mi cuerpo? ¿Qué quisiera que se lleve, además del poco poético sudor que me acompaña casi sin falta desde que comenzó el verano? Le fallo al agua y al ambiente durante 5 minutos extra. Mi aseo no lo necesita pero mi humor sí.
¿Cuál es el soundtrack del descanso? Paso 30 segundos scrolleando entre playlists de Spotify antes de darme cuenta de que no hay playlist perfecta. Cambio la pregunta: En este segundo, ¿prefiero mi música de siempre o me animo a descubrir una playlist de alguien más?
Play.
¿Cómo se pone una mascarilla? ¿Cuánto tiempo me la dejo?
Copa en mano. Suena la playlist al fondo y creo que quiero bailar.
Primer Franui. Los sabores cambian cuando están juntos y no sé si me gustan más juntos o separados. Pero me gustan.
¿Cómo se descansa? ¿Se necesita toda esta parafernalia o son sólo recursos para sacar la atención del pensamiento y traerla a los sentidos? ¿Se deja de pensar o se deja de pelear con la mente que piensa?
Es eso último, ¿no?
Sí, creo que es eso.
Lo que puedas, con lo que tenés, donde estás.
Hacelo y dejá que te hable.